Liderazgo empresarial
La cultura empresarial y la responsabilidad social claves para la atracción del talento joven
A medida que la cultura empresarial y responsabilidad social corporativa pasan de ser un tema únicamente de reputación corporativa y se convierten en parte integral de la estrategia de negocios, el compromiso ambiental y social deja de ser un tema de exclusiva relevancia para los consumidores, transformándose en un rasgo determinante en la contratación y retención del talento joven para las empresas. Y esto ocurre, especialmente, en relación a la tan comentada generación del milenio.
Esta generación de profesionales comprometidos busca desarrollarse en empresas que impulsen su desarrollo personal y profesional, al tiempo que les ofrecen la posibilidad de generar un impacto positivo en sus comunidades y en el medio ambiente. A consecuencia de ello, las altas retribuciones económicas no suelen ser, ni de lejos, la forma más efectiva de capturar el interés de esta generación.
En definitiva, los Consejos de Administración y los directivos deban tomarse muy en serio todos estos temas, si quieren atraer y retener al talento joven. Y, para conseguirlo, deben plantearse las dos iniciativas siguientes:
- Crear una cultura empresarial de responsabilidad social.
- Tener un plan de RSE definido y revisar que se está cumpliendo.
Crear una cultura empresarial de responsabilidad social
Como señalamos, el interés de las nuevas generaciones no se limita a los asuntos económicos. No obstante, la creación de una cultura empresarial y responsabilidad social corporativa no está justificada exclusivamente por la importancia de captar el interés de profesionales más jóvenes.
En otras palabras, la cultura empresarial supone numerosos beneficios y en diferentes ámbitos organizacionales, por lo que, desarrollarla, ha de ser primordial. Ahora bien, ¿cómo pueden las empresas crear una cultura empresarial? Para explicarlo, primero es necesario entender el significado de este concepto.
¿Qué es la cultura empresarial?
Entendemos la cultura empresarial como el conjunto de creencias, valores, símbolos, comunicaciones, mitos, rituales y lenguaje que comparten los miembros que forman una organización.
El truco de este concepto es el siguiente: cuando hablamos de cultura corporativa, no lo hacemos refiriéndonos a la estrategia de la empresa, su misión, visión y valores, lo que aparezca en su página web o lo que promuevan a través de redes sociales. Por el contrario, nos referimos a los hábitos y comportamiento de sus trabajadores, desde los que ocupan los puestos más bajos hasta los que se encuentran en la cúpula de la pirámide organizacional.
¿Cómo crear una cultura empresarial?
Crear una cultura empresarial no es una tarea sencilla. De hecho, no se trata de crearla, sino de reemplazar la ya existente. En otras palabras, las empresas y miembros que las forman ya tienen implantadas una serie de creencias, valores, comportamientos, etc. por lo que, crear una nueva cultura empresarial implica sustituir dichas creencias, valores, comportamientos, etc.
Ahora bien, ¿qué es necesario modificar? ¿Cómo pueden las empresas crear una nueva cultura? Para conseguirlo, primero es necesario explicar cuáles son los elementos que constituyen la cultura empresarial. Y dichos elementos son:
- Las creencias: este elemento es primordial, ya que suele ser lo que determina el comportamiento.
- Los valores: los valores empresariales marcan la forma de actuar, y se han visto modificados en las últimas décadas. De ahí que el talento joven sea más propenso a trabajar en unas organizaciones (que compartan sus valores) que en otras.
- Los símbolos: se refiere a los modelos de comportamiento de los miembros de una empresa. Este elemento está además estrechamente relacionado con el liderazgo, una cualidad que a las empresas les interesa captar y retener.
- Las comunicaciones: Existe una red de comunicaciones en su empresa, y se debe actuar tanto sobre los medios formales como informales.
- Los mitos: relacionados con los orígenes de la empresa y los mitos asociados a estos.
- Los rituales: cabe profundizar en los rituales o pasos que se siguen cuando un Consejo incorpora a un nuevo miembro, o bien cuando lo despide. Especialmente en este último caso queda reflejada la cultura corporativa. Recordemos que muchos consejeros contactan con miembros anteriores de este órgano de gobierno para conocer su experiencia, la cual suele estar sesgada.
- El lenguaje: el último elemento que compone la cultura empresarial y responsabilidad social corporativa es el lenguaje, también clave para comprender la cultura de la empresa.
En definitiva, para crear una cultura empresarial, las empresas deben modificar los elementos que constituyen dicha cultura (de ahí la importancia de repasar dichos elementos). No obstante, para conseguir los resultados esperados, es fundamental definir el tipo de cultura empresarial que se quiere conseguir. En otras palabras, no basta con proponer “fomentar la igualdad” o “proteger el medio ambiente”, sino que las empresas deben tener un plan de RSE (Responsabilidad Social Empresarial) definido y revisar que se está cumpliendo, como vemos a continuación.
Tener un plan de RSE definido y revisar que se está cumpliendo
Hasta ahora queda claro el significado del concepto cultura empresarial, así como los elementos que lo componen (y sobre los que la empresa debe actuar). Ahora bien, ¿cómo debe hacerlo? ¿Qué pasos debe seguir?
Pasos para definir un plan de RSE
Cada organización es diferente, por lo que estas fases no se aplican a la totalidad de las empresas. Partiendo de esta base, sí deben cubrirse una serie de fases principales, que son las que vemos a continuación:
- Identificación del punto de partida. Es decir, los elementos (ya explicados) sobre los que la empresa debe actuar. Una vez identificados, la empresa tendrá su punto de partida.
- Análisis de la situación actual. Como ocurre con cualquier otro plan estratégico, es una buena idea conocer en profundidad la situación actual. Entre otros motivos, porque ayudará a definir hacia dónde debe la empresa ir. Por ejemplo, respondiendo a preguntas como las siguientes: ¿cuáles son los puntos fuertes y débiles de la empresa (en materia de cultura corporativa)? ¿Les interesa a los empleados temas como la diversidad o las cuestiones medioambientales? ¿En qué punto se encuentra la competencia? Todo esto será de gran utilidad de cara a empezar a elaborar un contexto estratégico.
- Redacción de un código ético: de la misma forma que se definen la misión y visión, debe estipularse cuál es la filosofía de la organización en relación a cuestiones como las ya mencionadas (como la diversidad).
- Establecimiento de objetivos: conocido el punto de partida, ¿qué objetivos debe plantear la empresa? Por supuesto, estos deben ser medibles.
- Definición e implementación de un Plan de Acción: teniendo en mente los objetivos definidos, ¿qué acciones va a implementar la compañía? Dentro de este plan de acción, deben abordarse diferentes dimensiones, como las estrategias dirigidas a los empleados, o a los accionistas, por ejemplo.
- Establecimiento de KPIs: estos indicadores son claves para monitorizar los progresos y cumplimiento de objetivos.
- Comunicación: se debe tener en cuenta que crear una cultura corporativa está relacionada principalmente con los trabajadores (sus creencias, valores, etc.). Por ello, es primordial que todas y cada una de las personas que forman la empresa sean conscientes del esfuerzo que deben realizar para conseguir los objetivos establecidos.
Este último punto puede no parecer tan relevante a muchos trabajadores. Por ello, cabe recordarles las ventajas asociadas a la creación de una cultura corporativa (como repasaremos a continuación).
Y, por supuesto, recordamos que es de vital importancia revisar que el plan estratégico de cultura empresarial y responsabilidad social corporativa se está cumpliendo (fase 6). Pues de lo contrario, de poco servirán las intenciones de crear una cultura corporativa que atraiga al talento joven.
Conclusión: las ventajas de tener un plan de RSE definido
Son muchas las ventajas asociadas a estos planes, por lo que no repasaremos todas ellas. No obstante, sí existen una serie de beneficios que conviene mencionar:
- La mejora del clima laboral, creando unos valores compartidos por todos los empleados.
- El fomento de la innovación, gracias a la incorporación y retención del talento joven, habitualmente más creativo e innovador.
- La reducción del impacto provocado sobre el medio ambiente, gracias a propuestas como la mejor gestión de los residuos.
- La mejorar la imagen corporativa, clave de cara a clientes y clientes potenciales, pudiendo incluso convertirse en una ventaja competitiva.
- Y la mejora de la productividad, gracias a los beneficios anteriores.
Además, existe una última ventaja que destaca sobre el resto: la captación de talento.
Importancia de la cultura empresarial y responsabilidad social corporativa para la atracción del talento joven
A día de hoy estamos atravesando la era de la reputación, lo que beneficia a las empresas que adoptan una cultura corporativa moderna, y perjudica a aquellas que no lo hacen. Por ello, las empresas valoran cada vez más factores como la diversidad, flexibilidad y conectividad.
Cada vez más jóvenes tienen la necesidad de pertenecer a empresas comprometidas socialmente, de forma que ya no les vale “trabajar en cualquier sitio”. Y esto ocurre, como es lógico, con los jóvenes mejor formados y con mayor talento, que son quienes reciben un mayor número de ofertas, pudiendo escoger aquella cuya cultura sea lo más cercana posible a la suya.
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